Fue a través de Hugo Chávez que el pueblo venezolano volvió a escuchar después de muchos años la palabra imperialismo, pero no como un simple concepto etimológico, sino desde una perspectiva política que marcaría uno de los grandes desafíos de la Revolución Bolivariana: la lucha antiimperialista.
"Creo que es indispensable que los venezolanos de hoy abordemos el tema del imperialismo", dijo durante su discurso del 16 de mayo de 2004 en la avenida Bolívar de Caracas, ante la amenaza latente de los Estados Unidos sobre el país y los pueblos de América Latina y el Caribe, que habían emprendido un viraje hacia un modelo político, económico y social centrado en la soberanía.
En el caso de Venezuela, el ensañamiento norteamericano se incrementa desde 2001, cuando el Presidente Chávez denunció y condenó en cadena nacional el asesinato de civiles, entre ellos niños, en Afganistán, por parte de los ocupantes gringos.
Este pronunciamiento encendió las alarmas en Washington, que procedió, en confabulación con la oligarquía nacional, a desencadenar un plan desestabilizador contra el país, teniendo como epicentro el sabotaje a su economía.
Sin temblarle el pulso, Hugo Chávez continuó denunciando las atrocidades del gobierno estadounidense en países de Oriente Medio, y esa misma valentía hizo que el imperio mostrara su verdadero rostro en abril de 2002, cuando fue cómplice del golpe de Estado perpetrado por factores de la oligarquía nacional.
Posterior a esto, el plan desestabilizador de la economía se desencadena abiertamente tras el llamado a paro cívico y paralización de la industria más importante del país, Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que se encontraba en manos del poderío extranjero.
En ambas ocasiones, el innegable coraje y lealtad revolucionaria del pueblo, dio una muestra más del origen libertario que le acompaña desde sus antepasados y, apoyado con la fuerza antiimperial que le había devuelto Chávez a los venezolanos, logra derrocar los intentos en contra de la soberanía nacional.
¡Huele a azufre!
Latiéndole en la propia cueva al país hegemón, el comandante Chávez proclamó un histórico discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de septiembre de 2006.
El inolvidable "Ayer estuvo el diablo aquí, en este mismo lugar. Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar", en referencia a la intervención que ofreció el día anterior en entonces presidente estadounidense George Bush, hablaba del talante antiimperial de Hugo Chávez, que en su peculiar estilo, sin reservas, jocoso, pero con tenacidad, supo dejar claro que doblegarse ante los poderosos, no es característica de un verdadero revolucionario.
Ese mismo coraje antiimperialista es uno de los estímulos más importantes que tienen los venezolanos, sobre todo en momentos donde se han agudizado las amenazas de un poderoso gobierno, que intentará buscar permanentemente mecanismos para doblegar la dignidad patriota de este pueblo, en una clara ignorancia de su historia pasada y contemporánea. AVN